La ruta del reverendo a caballo por Valdegovia
El sábado 26 de junio celebramos una fiesta en Gaubea-Ecuestre, la "Fiesta del Reverendo". Queríamos celebrar la vuelta de Javier Camarero (el Reverendo) al mundo de los caballos tras su caída en Semana Santa y aprovechar para juntarnos todos los amigos y familia para dar la bienvenida al verano.
La idea de celebrar esta fiesta surgió al ver el pequeño carro de carga que hay en el picadero. Se nos ocurrió ponerlo al estilo vaquero, montar al Predicador e ir por los pueblos de la zona dando sermones y vendiendo pociones mágicas.
El plan era sencillo, todos medio disfrazados de vaqueros, unos a caballo por el monte (medio día de excursión) mientras otros salíamos en el carro con un trayecto más cortito. Nos juntábamos en Espejo para tomar unas cervezas y vuelta todos juntos al picadero.
Para comer habíamos preparado unos corderos (asados en la panadería) y ensaladas.
Una de las cosas que más me gustan de las salidas de nuestro grupo es que desayunamos todos juntos en el picadero. Ya a las 9 de la mañana empieza el buen ambiente, los chistes, las historias, los abrazos... (además, no te tienes que preocupar de desayunar en casa).
Ese día, sobre las 10:30, salieron a caballo 13 jinetes (Zuriñe, Susana, Esti, Jorge, Kepa, Rubén, Iñaki, Andrea, Andrea (peke), Aroa, Unai y Nai). Y sobre las 10:45 salimos el carro con 4 pasajeros (Carlos, Javier, Aletxu y el Reverendo) y 3 jinetes (Olivia, Ramón y Jordi).
La excursión de los jinetes recorrió desde Villamaderne a Espejo por las parcelarias. A Barrio y de allí por el bosque a Batxikabo, para volver a Espejo, donde esperábamos los carreteros.
Fue una ruta bonita, mucho monte y bosque, todo verde, la hierba alta. Algunos acabaron un poco magullados a causa de las caídas al bajarse a recoger los sombreros que volaban y alguna cancela que se resistía a ser abierta. Los que fuimos en carro vivimos una experiencia distinta. La gente de los pueblos por los que pasábamos nos miraban con sorpresa, nos saludaban divertidos por la imagen y a algunos, los mayores, parecía que se les venía a la memoria épocas del campo no tan lejanas. Casualidades de la vida, nos cruzamos con unos gitanos (probablemente los últimos carreteros) y había que verles la cara de felicidad que pusieron.
Dicen algunos del lugar que, al parecer (no hay testigos) el Reverendo, vestido adecuadamente para la ocasión con pantalón, camisa, sombrero y botines negros, con un revolver al cinto, trató de vender a los viandantes un licor milagroso que llevaba en el carro, que decía él que curaba calvicies, la edad, quemaduras, etc, pero por lo que parece no debió de tener éxito y nos lo bebimos todo sus compañeros, entre cánticos y bromas.
a llegados a Espejo tomamos unas cañas, esperamos a los caballistas, más cañas, y ya de allí fuimos todos juntos al picadero. Era un espectáculo ver aquella caravana.
De vuelta al picadero reventamos una rueda, y los últimos 2 km, bajo un sol que hervía, tuvieron nuestros 4 carreteros que volver andando.
La fiesta duró hasta bien entrada la tarde y la música no cesó en ningún momento.
El año que viene volveremos a celebrar esta fiesta. Os animamos a acercaros. Todos seréis bien recibidos.
Terminar diciendo que Karina ha tenido un potrillo, al que le vamos a llamar Opari (regalo), porque aunque no os lo creáis, no supimos que estaba preñada hasta una semana antes de que naciera el potro. Ongi etorria Oparitxu!!!